TODO LO QUE TE DOY

Aquí tienes un fuego de parte de Dante
y un poema triste de mi propia cosecha,
una máquina de coser canciones
y un invernadero de espinas en venta.
También te cambio un Sol por cuatro lunas
y te doy el "on the rocks" de mi whisky barato,
palabras mansas como leones
y una avalancha de besos y castillos.
Y un pájaro del Sur para mi chica del Norte.
Y arterias como callejones
que sonríen al ser recorridos
y un "hasta pronto" por si quisieras usarlo algún día.

Pero aunque yo te doy todo mi mundo
tú no me das ni la espalda.

OLA SE ESCRIBE CON HACHE

Adiós, luna amordazada,
estrellas que sois parches en los ojos del mundo,
poemas con smokings descosidos,
luces que brilláis con mil vatios de veneno.

Por vosotros nunca cerraría los párpados,
pero a los sueños se les hace el amor durmiendo.

ESTADO DE PUNTO Y COMA

Ni la nieve mortal
ni las piedras transparentes
me llevan a tu guarida,
alma sin cuerpo.

Punto y coma en fase tres,
canciones sin asfaltar,
estrellas en mis ojos,
ciudades bajo mis pies.

Carnaza para insomnes,
funerales, mariposas
y ese dolor tan maternal,
tan habitual,
maldito sea.

VESTUARIO

Vístete con tu mejor desnudo esta noche,
antes de que las serpientes huyan de sus nidos
y la luna camine sin pies por cráteres ajenos.

Y no me hagas tragar mis propios besos
como si fueran saliva,
sangre que tiembla bajo pieles heridas:
sabes que somos hijos de ciudades destruidas.

Bailaremos con el ruido de una alarma antiincendios
cuando los suicidas desaten los nudos
y los inviernos estrangulen las últimas banderas.

Yo me vestiré con mi mejor tormenta
y saltaré de abismo en abismo
hasta que el corazón de las piedras deje de latir
y se terminen los truenos, la luz
y la tristeza.

MASACRE

Un domingo muere a manos de un lunes
que pagará cara su osadía
cuando llegue un martes vengativo,
aunque éste sepa que hay un miércoles más
esperándole en la esquina.

Algún día terminará esta estúpida masacre.

Terminará un millón de veces
hasta que no queden más testigos.

PREMORTEM

Renuncio a las puestas de sol de plastilina,
a las guitarras imberbes
y a las cantantes 'heartbreakers' de extrarradio,
así como a los corazones sin nubes
y a los cielos sin sangre.

Renuncio también a las copas vacías,
a las sombras con faros antiniebla
y, cómo no, a las estrellas sin sello
y a todos los lugares solitarios
donde soy mi propio Rey y esclavo.

Y renuncio a las lunas de huesos rotos,
a las páginas impares
y a la piel intocable de la oscuridad,
así como a los pianos con la cola entre las teclas,
al fuego en cubitos
y al "Sea feliz en diez capítulos".

Pero no renunciaré jamás
a las canciones sin techo,
a esa luz extraña que lucha por brillar
ni a las suturas del mar,
desde dónde los peces escupen palabras como
"dolor", "venganza" y "Apocalipsis".

Ni renunciaré a la vida
ni a la muerte cuando llegue
ni a tu nombre.

Tu nombre
como mil flores en llamas,
que cómo kamikazes
me ofrecen su calor.