miércoles, junio 22, 2005

EL ULTIMO POETA DE LA TIERRA

El último poeta de la Tierra
coloca,
ladrillo a ladrillo,
las palabras prohibidas
en el último atardecer
de su mundo en ruinas.
"Soy comida para fantasmas",
dice el primer verso,
y una calima de sílabas malditas
parece brotar de las páginas
que carga a sus espaldas.

No tiene quién le lea,
el último poeta de la Tierra,
pero las letras siguen encadenadas
a sus cuadernos de notas
y sufren la condena de atravesar
la frontera que separa
el corazón del olvido.
No son mártires,
pero tampoco heroínas.

Jardines sin sombra,
teñidas de dolor,
el poeta incurable
sigue mirando el mundo
con sus páginas en blanco,
paraíso virgen sin rimas,
sin leyes, sin trampas.
El fuego no puede matar
estas palabras que sueñan
con ser infinitas.

El último poeta de la Tierra
no sabe cuando escribirá
sus últimos sueños,
pero por si acaso
nunca los termina
con un punto y final,
sólo con un silencio,
que alza el vuelo del poema
y se va,
sin alas,
sin dueño,
más allá del último suspiro
del último poeta en la Tierra...

lunes, junio 13, 2005

SIN TINTA

Ahora mismo
sólo puedo ver
peces inmortales bañados en formol,
estrellas vírgenes
escritas sin tinta
en noches llenas de besos imposibles
y lunas llenas
viviendo en ataúdes limpios.

¿Y aún quieres
que te siga recordando
con una sonrisa en los labios?

La locura tiene sus límites,
cariño.

jueves, junio 09, 2005

100 Km/h

Pon tu cabeza
entre las mandíbulas de mi canción:
sé que estás apagando fuegos
en otras sábanas
y que vas a 100 Km/h
por las arterias en trance de otro corazón.
Por eso hoy te pido
"Ven,
acércate más,
resucita en medio de un La":
soy el monstruo con cuerpo de auxilio.

Sé que hay un mundo
más allá de Finisterre,
detrás de estas letras negras
que ahogan mi habitación,
más allá de los surcos de "Let it be",
después del atardecer de tus caderas,
tras los barrotes de mis ojos enjaulados.

Pero aún te pido
"Por favor, ven,
resucita
aquí conmigo":
la tempestad no tiene fin.
A 100 Km/h
no hay corazón que se resista.

miércoles, junio 08, 2005

BARCELONA, 2005

Ciudadanos eléctricos
y cosechas de humo gris:
el horizonte cibernético de la ciudad de Barcelona
se apresura a cerrar a medianoche
cualquier atisbo de intensidad
con un estrépito de estrellas.

Edificios que son epílogos del cielo
y calles con nombre pero sin vida
nos gritan en crescendo pero sin voz.
Perros sin bozal
y sus dueños sin sueños,
coches de nieve en el arcén,
callejones marchitos sin pisar.

Barcelona, 2005,
un sitio más
dónde me voy a estrellar.

lunes, junio 06, 2005

TRILOGIA MUDA

I.

Bancarrota de silencios,
ecos en un cofre sin abrir:
tus manos son lluvia,
mi voz el cristal.


II.

Hundo el ancla en tu sombra,
al abordaje de tus labios.
De la cuna hasta la duda
tú haces de mi silencio una canción.


III.

(...)