sábado, enero 22, 2005

Y TE FUISTE...

Y te fuiste tal como llegaste,
fugaz como una estrella en el viento,
sembrando rosas mientras yo recojo espinas,
dejándome colgado en un rincón del armario,
con el ruido de fondo de tu risa en el vacío.

Y llegó otra mañana fría,
despertándome con las llamas del sol que queman las sábanas,
con tu yo invisible durmiendo en mi lado de la cama,
con un mapa entre las manos del camino equivocado,
oyendo de fondo el estribillo pegadizo
de una canción que aún no te he escrito.

Y así pasan las horas,
disfrazadas de semanas
que fingen ser años bisiestos
y que en realidad son siglos eternos,
cayendo uno a uno a cámara lenta
como castillos de arena.

Pero el tiempo es sólo un pequeño inconveniente:
esperaré mi turno junto a la puerta de tu casa
por si acaso quisieses volver.

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